Siempre he dicho que la nación peruana es inviable y que su destino es la extinción, de una forma u otra. La tercera ley de la termodinámica: vamos –sin posibilidad de detención– del orden (si alguna vez lo tuvimos) al caos. Entropía que le dicen.
Pero, de pronto, pienso que habría que estudiar la cosa un poco más a fondo. La estupidez peruana –contrario a lo que pensaban los científicos– no sería de origen genético, sino viral. Y es que nuestra oligofrenia se acentúa a mayor altitud sobre el nivel del mar y a mayor distancia de la línea del ecuador. La imbecilidad nacional es casi irreversible en Arequipa, Puno, Moquegua, Cusco y las partes altas de Tacna. ¿Quizá una bacteria o un virus que se activa en esas regiones por razones climáticas? ¿Algo así como una suerte de hantavirus o rotavirus que vive entre los guanacos, en medio de los Andes, entre los hojas de coca y ataca al Teratopitecus peruvianus cuando se pone a “chacchar” la milenaria hierba? ¿No será un Tahuantinvirus o algo parecido?
Y es que los ejemplos de imbecilidad son indiscutibles en los departamentos mencionados: En Cusco sus habitantes salen a gritar a la calle para que NO se invierta dinero en la mejora del turismo. ¿De qué coño creen que viven los “quechueslovacos” (que diría Sofocleto) cusqueses? ¿De chacchar, chacchar y chacchar, que es lo que mejor saben hacer? Y no menciono a las “mulas agrícolas” y y a su huelga. ¿Cabe mayor estupidez?
Si cabe. Que las turbas ignorantes de esas regiones salgan a gritar, vociferar, quemar llantas, saquear y linchar, en apoyo al SUTEP, la supermafia de la educación y en contra de la ley que sólo permite contratar –para el Estado, claro– a los maestros que se encuentren en el tercio superior en notas evaluatorias.
Y no menciono a la chusma arequipeña, a los menesterosos del pensamiento que viven en los “conos” y barriadas y que van a salir a torpedear las próximas reuniones internacionales –APEC y otras– organizando otras de tinte comunista para combatir al “capitalismo salvaje”. ¿Y quién maneja todo esto? Pues los sinvergüenzas de siempre, los comunistas de la CGTP (Ridículo 8% de los trabajadores), los asaltantes de Construcción Civil y los grandísimos animales del SUTEP. Todos estos se coluden para mantener a la gloriosísima chusma peruana en la miseria y en la total ignorancia. Esto asegura a los “dirigentes progresistas” en sus cargos y sus canonjías de por vida. En un país próspero y con educación, el comunismo se convierte en un chiste. Aquí mismo, el electorado ya no les regala nada. Por eso, la excreta marxista usa a esos supositorios conocidos como ONGs para introducirse por donde más les gusta: por el recto del país. ¿Qué esperamos que no los cagamos de una vez?
Hasta más vernos.��
viernes, 22 de febrero de 2008
El ideologo Bedoya Ugarteche propone
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